martes, 3 de mayo de 2016

CRUZANDO SUEÑOS



Mientras cogía el libro de la estantería no podía apartar los ojos de ella… ¿O era de su libro?...
En cuestión de segundos la biblioteca se le había quedado pequeña. Los “Cien años de soledad” que tenía entre las manos eran el anticipo de cien mil emociones positivas venideras. Gabriel García Márquez le quemaba la  palma de la mano.

-“¿Un café?

Deslizó la nota al otro lado de la estantería, al tiempo que observaba su rubor para después verla asentir. Y entonces supo que nunca más estaría solo. Ni cien años ni un segundo.

El libro escogido por ella, aquella tarde, también constituía el indicio de algo importante. “No digas que fue un sueño” se repetirían el uno al otro a lo largo de la vida.