jueves, 29 de mayo de 2014

MI ALMA VIAJERA



Viajar es como una de esas botellas, de arena, de colores… aquellas que todos hemos hecho alguna vez en los trabajos manuales del colegio. Vas añadiendo capa por capa, con los colores que más te gusten, con la intensidad que quieras resaltar. No se mezclan unos colores con otros pero se impregnan de su tonalidad. 

Viajar es tan intenso como una paleta de color. Cada viaje es un mundo y cada mundo una vivencia.
Viajar es descubrir horizontes y abrir los propios. Es una amplitud de miras, un querer ver más allá, una ilusión por descubrir enclaves apasionantes y lejanos. Y sólo cuando viajamos somos conscientes de que hay más vidas, más gentes, más costumbres… viajar nos enriquece porque nos enseña y culturiza. 

Viajar es aprender y desaprender, descubrir y redescubrirnos, pasión y deseo. Y el deseo, a veces, nos lleva a la adicción. Nos volvemos adictos a las maletas en un aeropuerto y a flotar entre las nubes. Maletas a medio hacer y nuevas nubes que surcar… ese es el alma aventurera del viajero: curiosa, insaciable, inabarcable.

Siempre habrá en mi mente una nueva ciudad por visitar, un país al que llegar y un continente por pisar. 





 Viajar es como un arcoíris que llena mi espíritu de estelas de color.